Mi vida después del cole
… “Te voy a escribir la canción más bonita del mundo, voy a capturar nuestra historia en tan solo un segundo. Un día verás que este loco de poco se olvida, por mucho que pasen los años de largo en su vida…” Creo que si cualquiera de mis compis del cole escuchara esta canción de la Oreja de Van Gogh, se les vendría a la mente la sirena musical, esa que sonaba a través de los altavoces del patio y que te decía cuándo era la hora de entrar a clase y cuándo se terminaba.
Siempre supe que me interesaba la creatividad, mi asignatura favorita era plástica, creo que era de las pocas que prestaba atención en clase y se la tomaba en serio. También sabía que los números y las ciencias no eran para mí, ¡cómo sufría en esas clases de matemáticas! Pero es curioso que, sin querer, me enseñarán tanto, y no sólo a hacer cuentas …y es que la constancia y el esfuerzo que yo aplicaba a las mates para poder aprobarlas (me conformaba con el cinco…) lo he podido trasladar a mi vida y a las cosas que he conseguido.
Me di cuenta de a lo que me quería dedicar estando en el cole, en mi último año. Me acuerdo perfectamente en qué momento empecé a sentir curiosidad por lo que es, a día de hoy, mi profesión. Y es que, en alguna de estas clases, en las que puede que me aburriera más de la cuenta, y en las que mi cabeza se evadía y dibujaba en la mesa, empecé a preguntarme quién fabricaba la ropa que llevábamos y quién decidía que hoy se llevaba un tipo de pantalón, de camiseta, de estampado, etc. ¿Quién decidía las modas? Yo sabía que existían los desfiles, los diseñadores, grandes marcas, pero tenía curiosidad por la industria textil, por la ropa que podía llevar una persona de a pie. ¡Lo tenía decidido! Ya tenía visualizado mi objetivo: yo iba estudiar diseño de moda, yo iba a ser diseñadora de moda.
Tenía información de un montón de profesiones y de diferentes salidas profesionales, pero de ésta, ninguna. Así que me puse a investigar y el primer paso para mí fue estudiar bachiller artístico. ¡Genial! La buena noticia de aquello fue que no había ninguna asignatura relacionada con las mates ni con las ciencias, ¡fui feliz!
Fueron dos años súper bonitos para mí después del cole, del cual yo me había ido con un montón de pena, porque para mí, mi cole era y es el mejor.
Pero en bachiller pude ser yo misma y descubrí una parte de mí que no conocía o simplemente no había florecido aún.
La gente que me rodeaba estaba interesada en las mismas cosas que yo, y no nos vamos a mentir: todos eran raros y diferentes entre ellos ¡y eso a mí me encanta!
Después de esto descubrí que había una escuela en Valencia donde podía estudiar diseño y que, por suerte para mí, había diseño enfocado a moda ¡y allá que fui!
Estaba estudiando lo que quería, aun sabiendo que cuando despertara de mi sueño estudiantil lo iba a tener muy difícil, pero en mi cabeza yo iba a ser diseñadora.
Y como en las clases de mates, no nací enseñada, ni tampoco tenía un talento innato, pero sí tenía muchas ganas de ser mejor cada día, de fomentar mi gusto por los colores, por los tejidos, me leía todas las Vogue, aprendí a hacer patrones, a coser ,dibujaba mucho para mejorar mis habilidades con el dibujo, me paseaba por Zara, solo por el gusto de ver las prendas, siempre que tuve una oportunidad participaba en todo lo que me proponían: desfiles, prácticas... me metía en todos los jardines que podía, cosa que me recuerda que también lo hacía en el cole, siempre que había que hacer murales, fallas o algo similar, yo me apuntaba .
Me da la vida crear cosas y se nota porque cuando lo hago no se me escucha.
Cuando salí de la escuela de diseño vinieron, en cierta parte, los años más duros para mí. No voy a mentir, esta profesión no es fácil, y la frustración a veces se apoderaba de mí, además de la ansiedad de no saber qué iba a ser de mí a nivel a laboral. Pero yo… ¡iba a ser diseñadora! Me daba igual lo que me dijeran los demás, no podía desaparecer ese pensamiento de mi cabeza, me visualizaba. A pesar de haber estudiado durante cuatro años esta carrera, yo no me sentía preparada, así que decidí seguir estudiando cosas relacionadas para así, de esta manera, sentirme más formada, y menos mal que lo hice porque, por ejemplo, el inglés en esta profesión es fundamental y yo lo que hice fue irme a vivir a Inglaterra un tiempo; también mientras trabajaba en otros trabajos temporales, me formé en patronaje. Además, hacía muchas cosas por mi cuenta, en mi casa, después del trabajo, ese temporal que un día decidí dejar porque me estaba apartando de mi objetivo. Bendito el día que decidí dejarlo, ya que después de eso me puse muchísimo las pilas. He de decir que mi primer trabajo como diseñadora (becaria) fue una explotación con todas las letras y no fue del todo bonito, pero sí que fue un gran primer paso. Ya había tenido algo de contacto con este mundillo y sabía un poquito más.
Poco después decidí que me tenía que ir de Valencia, ya que veía más posibilidades laborales en otros lugares de España y eso hice: investigué y recorrí en coche, junto a mi pareja, que he de decir que ha sido un gran apoyo para mí, varias ciudades dejando en mano mi currículo portafolio con mis trabajos. En ocasiones tuve que echarle cara al asunto…
A raíz de todo este esfuerzo y sacrificio me dio la sensación que todo empezaba a fluir y así fue. Actualmente vivo en un pueblito de Barcelona y trabajo como diseñadora de prendas para una empresa, la cual es proveedora de una gran marca muy conocida, así que sí, puede que, si vas a una de esas tiendas, haya alguna prenda que haya trabajado yo. Puedo estar contenta, aunque es verdad que he tenido y tengo días duros, vuelvo a decir: esta profesión no es nada fácil aunque lo parezca, el nivel de exigencia es brutal, pero después de este escrito me doy cuenta de lo exigente que soy, así que puedo decir que estoy en el lugar correcto :)
A pesar de todo, aún sigo teniendo objetivos: el siguiente espero que sea la educación y es que ya me estoy viendo dando clases de diseño a las nuevas generaciones, pero de momento voy a disfrutar de lo que tengo.
Es verdad que echo mucho de menos de Valencia y a veces deseo volver, echo en falta a mi familia y a mis amigos, esos que el colegio me regaló, sí sí: puedo decir con orgullo que algunos de mis amigos son los de toda la vida, los que iban a clase conmigo, que son como mi familia, y es que cole también me enseñó lo que es la familia. Me siento muy orgullosa de haber podido vivir tantos años de mi vida en el Luz Casanova, volvería con los ojos cerrados, ¡siempre digo que mi cole es el mejor! Y a todas las nuevas generaciones de Luzca que se sientan creativos o que crean que les gustaría formarse en algún campo de la creatividad, les digo que no se desmotiven y que si les gusta, ¡adelante!