“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”
Rosa Luxemburgo
No saqué las mejores notas en el colegio, ni tampoco en Bachiller, ni mucho menos en la PAU. He sido siempre una alumna alegre, compañera de todos/as, con ganas de aprender pero pocas de estudiar. No lo hice hasta que llegué a la Universidad de Valencia en 2011. Entré en una carrera de la que apenas tenía información. Trabajo Social era una de las opciones de mi lista, y no precisamente la primera. Pero fue esa en la que entré, y de la que, desde ese momento, siempre me enorgulleceré. En la vida, muy frecuentemente, nos ocurren cosas a las que llamamos “casualidades”, “el destino”, “coincidencia”… que en el instante en que suceden ni nos damos cuenta de lo que pasará a significar en el futuro. Que Trabajo Social estuviera en mi lista de opciones para la Universidad fue una de ellas. Y cambió mi vida para siempre. Muy probablemente muchos/as de los/as que me estéis leyendo ahora os estaréis preguntando qué es eso de “nosequé social”, ”me suena a algo de quitar los niños a sus padres… sale en alguna peli americana, ¿no?” Pues mirad, Trabajo Social es mucho mucho mucho más que eso. A lo largo de mis cuatro años de carrera, fui poco a poco entendiendo en qué consistía esa profesión. Me iban explicando la teoría, los conceptos, la historia… me ayudaban a formarme una idea bastante aproximada de lo que significaba Trabajo Social. Algo de trabajar con diferentes tipos de personas para ayudarlas a mejorar sus condiciones de vida. Me enseñaron en qué lugares se encontraba esa figura profesional y qué funciones cumplía en cada área o institución. Ya solo con eso empecé a enamorarme de mi carrera. Sentía que pertenecía a todo aquello, entendía que siempre había tenido cierta predisposición a ayudar a los demás, a escuchar, a querer cambiar las situaciones injustas. Supongo que entendí de alguna manera que esa era mi vocación.
Apenas comenzado mi segundo año en la Universidad, mi tío y profesor del Luz Casanova me hizo una propuesta: irme un año a Inglaterra de Au Pair. Y para seros sincera, ni me lo pensé dos veces. Y no me equivoqué. Fue de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Y, aunque no tuviera nada que ver con mi carrera, me sirvió para crecer como persona y, por consiguiente, también como profesional. Cuando volví, sentí que muchas cosas habían cambiado, pero sobre todo, lo que ya no era como antes era yo misma.
Continué en la Universidad y terminé la carrera. Como a muchos les pasa, no sabía qué me iba a deparar el futuro, y menos habiendo escogido una profesión que, aunque muy necesaria en la sociedad en la que vivimos, apenas se apuesta por ella. Pero yo no me daría por vencida. Yo quería seguir formándome y seguir adquiriendo experiencias. En pascua y algunos fines de semana de verano, estuve de monitora voluntaria en una residencia para personas con discapacidad psíquica, y si no habéis estado rodeados de ellos/as nunca, no podréis entender lo que sentía yo y todos/as mis compañeros/as al convivir con esas personas durante varios días seguidos. Esas personas, cada una de ellas, nos daban la vida.
En ese verano, en el que terminé los estudios, realicé también prácticas extracurriculares en el Ayuntamiento de Paterna y tuve la oportunidad de relacionarme profesionalmente tanto con el equipo técnico de los Servicios Sociales como con muchas de las personas usuarias de los mismos. Después de esa experiencia, volví de nuevo a entender que yo tenía que hacer algo por intentar solventar las desigualdades que existen, al menos en mi ciudad. No es una meta fácil, ni de lejos; pero es algo que me apasiona, que siento que he de hacer, porque me mueve, me alimenta y me da energía. Fue entonces cuando realmente supe qué era Trabajo Social, y entendí lo grande y maravillosa que podría ser mi vida si la utilizaba para aportar mi granito de arena para empoderar a las personas mayores, a mujeres maltratadas, a personas con discapacidad, a familias con problemas, a inmigrantes, personas sin techo, personas con adicciones, menores en conflicto con la ley… Todo personas, al fin y al cabo, en situación de necesidad. Situación por la que cualquiera de nosotros podríamos pasar o conocer a alguien cercano que esté pasando por ella.
“If you wanna make the world a better place, take a look at yourself and make the change”. Michael Jackson
Transcurriendo con la historia, estuve viviendo en Dublín y trabajando de Asistente Personal de personas con discapacidad, y siendo sincera, fueron esas personas con las que trabajé las que me enseñaron a mí. Su fuerza de voluntad, sus ganas de vivir con alegría, su positivismo y su energía es realmente admirable.
Tras 7 meses tuve que volver a Valencia al presentarse ante mí una oportunidad que antes no había valorado: opositar. Se había abierto una bolsa de trabajo para el Ayuntamiento de Valencia, ¡para Trabajadores/as Sociales! Tenía que intentarlo. Al volver, recibí una carta certificada de la Universidad de Valencia anunciándome que me otorgaban el Premio Extraordinario de Grado. Fue, de algún modo, un recordatorio de que si estudias lo que te gusta, y le añades constancia a la mezcla, sacarás lo mejor de ti.
Actualmente, estoy matriculada en un Máster a distancia en Mediación Familiar, me preparo las oposiciones y sobre todo, me enamoro de mi profesión cada minuto un poco más.
Como dije al principio, yo nunca he sido una alumna ejemplar, pero sí espero ser algún día alguien que ayude a alguien.
“Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”
Confucio